Nos encontramos, según comarcas, en plena floración del olivar. En algunos lugares más tempranos ya hay frutos formados, mientras que en otros más tardíos la floración comienza ahora. En cualquier caso, este es uno de los momentos más críticos para el olivar, dado que la posterior cosecha de la aceituna depende de su efectividad.
Repasemos las fases previas y posteriores a la floración en la fenología del olivar.
Inducción floral
Comienza cuando una yema latente del olivo recibe un cambio fisiológico y se induce su conversión a una inflorescencia. Esto es previo a cualquier cambio visible, y cada una de esas yemas latentes en las ramas que tiene un año pueden ser finalmente inflorescencias o nuevas ramas.
Diferentes estudios parecen indicar que la inhibición de esta inducción floral de yemas depende de unas sustancias generadas por el hueso del fruto. De este modo, cuando hay mayor número de frutos, la inducción floral del año siguiente es menor. Esto podría explicar la famosa vecería del olivo (el hecho de que un año produce más que otro), con lo cual, tras una cosecha escasa, suele venir una más abundante, siempre que se den las condiciones adecuadas.
Las yemas formadas en septiembre con crecimientos de otoño generan inflorescencias en árboles en descarga (con poca aceituna). Las yemas formadas en octubre permanecen latentes o se caen (excepto cuando se cosecha pronto, como hacemos nosotros). En cambio, los árboles en carga (con mucho fruto) sólo forman inflorescencias en aquellas yemas en brotaciones de antes de mitad de julio, es decir, en las de la previa primavera.
La ausencia de aceituna en algún olivo no representa necesariamente garantía de floración elevada al año siguiente. Solo tras el parón invernal se produce el inicio de la floración, que marca el cambio en las yemas del olivo a órgano reproductor.
Iniciación floral
Cuando acaba el invierno, las yemas latentes que hayan sido diferenciadas para flor son las que comenzarán a formar el aparato reproductor que producirá la inflorescencia. A este proceso se le llama iniciación floral. Este cambio requiere de un equilibrio hormonal, además de la diferenciación previa de la yema. Lo explicamos:
El olivo necesita frío en invierno para que las yemas superen la latencia y broten. Lo habitual es contabilizar las horas de frío con temperaturas comprendidas entre 2,5 y 15 °C, con máxima eficiencia en torno a 12,5 °C de media (Rallo et al. 1994)
Entre 15 y 16 °C de media, el olivo deja de acumular frío y horas de frío (De Melo-Abreu et al., 2004). En condiciones de frío nocturno y temperaturas diurnas suaves, típicos del clima Mediterráneo, las necesidades de frío se satisfacen naturalmente durante el reposo (Rubio- Valdés, 2009). En cambio, en zonas donde no se acumula bastante frío, la floración es muy gradual, observándose yemas con estados fenológicos muy diferentes, o incluso todas las yemas permanecen latentes sin producirse floración. Esto es muy evidente en zonas con clima casi tropical cerca de las costas o en las islas.
En este sentido, el calentamiento global y previsible cambio climático pueden modificar el comportamiento del olivo en las zonas tradicionales del mediterráneo. (Rallo y Cuevas, 2017).
Diferenciación floral
Las flores del olivo se agrupan en inflorescencias de 12-20 flores cada una, existiendo diferencia según variedad e incluso entre años. El olivo en general tiene flores hermafroditas que son perfectas, y flores estaminadas que son imperfectas con pistilos no funcionales. En el corto periodo de tiempo entre la iniciación florar y la plena floración (2-3 meses) hay factores ambientales que pueden afectar:
- Las bajas temperaturas en el desarrollo de la inflorescencia ayudan al desarrollo del pistilo.
- Las temperaturas altas causan un rápido desarrollo de las inflorescencias y tienden a provocar aborto del pistilo.
- La escasez de agua o baja humedad del suelo provocan aborto ovárico.
- El estado nutricional de la planta influye en la floración. Un buen estado nutricional favorece una floración más efectiva. Por el contrario, una defoliación previa puede provocar el aborto de muchas flores, incluso si llegan a formarse.
En general, cuando las condiciones son desfavorables el pistilo se desarrolla mal y genera abortos pistilares. Pese a ello, si hay abundancia de flores, y se realiza adecuadamente las técnicas de cultivo, riego, fertilización y poda, puede haber una floración efectiva y suficiente, pese a un número elevado de abortos.
Polinización
Durante la floración tiene lugar la polinización, es decir, la transferencia de polen desde la antera de la flor al estigma receptivo de la propia flor u otra. En el olivo, esto lo realiza principalmente el viento, lo que se conoce polinización anemófila. De este modo, el polen puede llegar a kilómetros de distancia, si bien la mayoría del polen queda a unos 40 metros de su origen.
La fecundación de la flor se produce cuando el tubo polínico recorre el camino desde el estigma hasta el saco embrionario, donde se formará la futura semilla, convirtiendo así la flor en fruto.
Cuajado
El cuajado de frutos se refiere al número de flores fecundadas que finalmente se convierten en frutos viables. Para que esto ocurra, los tejidos del ovario de la flor deben crecer regularmente, lo cual sucede cuando el tubo polínico germina en el estigma. No es necesario que el polen alcance el saco embrionario; el simple hecho de que el polen llegue al estigma con éxito desencadena procesos hormonales que estimulan el crecimiento del fruto.
Se pueden encontrar dos tipos de frutos:
- Normales: Aquellos que son polinizados con polen de otra variedad compatible, contienen una semilla y hueso y son frutos con tamaño y características normales.
- Pertenocárpicos: Son abortos o zofairones. Son frutos que se desarrollan sin fecundación del óvulo o por aborto ovárico por incompatibilidad del polen-estigma. Son de tamaño pequeño y de forma esférica. Detienen su crecimiento pronto, se caen antes de madurar, no contienen semilla dentro ni hueso y, ,en ocasiones pueden llegar a término, pero no tienen ni el contenido graso ni el rendimiento de un fruto normal. Suelen aparecer cuando la polinización no es buena.
Este proceso es crítico, si no hay un porcentaje suficiente de flores convertidas en fruto no habrá cosecha abundante, esto ocurrió en toda España las últimas cosechas y de ahí la escasez de aceite de oliva en el mercado.
Menuda carrera desde el final del invierno a mitad de primavera, ¿no? ¡Ya tenemos un fruto!
Después toca el crecimiento y formación del hueso dentro, así como el endurecimiento del mismo. Esto tiene lugar desde finales de junio a comienzos de julio, y una vez ocurrido ese fruto es viable a término de cosecha. Dejaremos esta fase para explicar en otro post en el verano, ¿os parece?