Innumerables estudios científicos avalan que el aceite de oliva tiene el poder de beneficiar la salud. Y también puede, por ejemplo, hacer mucho más delicioso un plato de pasta, pescado, carne o una ensalada. Tenemos bien claro lo fabuloso que puede ser para nuestra comida.
Sin embargo, a la hora de llegar al supermercado, muchas veces nos confundimos al coger de la estantería uno u otro aceite de oliva. Y no estamos hablando de marcas. Estamos hablando de calidad. Y es que a veces no quedan claras las diferencias entre las diferentes variedades de aceites ofertadas al alcance de la mano. Uno pudiera pensar que no debería haber mucha diferencia si todos son aceite de oliva, ¿no? Sin embargo, la realidad es bien distinta.
El aceite de oliva virgen es el zumo de la oliva. Sin adulterar, sin transformar químicamente, sin aditivos.
Puro, cual zumo recién exprimido. Y los aceites de oliva a secas son sometidos a procesos físico-químicos pues pueden presentar fuertes olores desagradables o acidez. Resultando en que deben refinarse para hacerse apto y/o atractivo al consumo humano. Es por todo ésto que hay una gran diferencia entre el aceite de oliva y el aceite de oliva virgen extra.
Sí. La cantidad de polifenoles, vitamina E, etcétera están más presentes en el aceite de oliva virgen extra. Y esto marca una enorme diferencia estudiada por expertos.
A continuación resaltamos algunas entidades expertas que comentarán los polifenoles, las grasas monoinsaturadas y otros compuestos del aceite junto a sus beneficios asociados:
Sin embargo, no acaban ahí sus innumerable beneficios. En otras ocasiones hemos hablado sobre otros beneficios del aceite de oliva virgen extra en este blog: