Desde hace milenios el aceite de oliva ha sido fuente de alimento y prosperidad para el mundo Mediterráneo y Oriente Medio. La historia del hombre y las primeras civilizaciones occidentales nacen de la mano de la olivicultura y la agricultura en general. Junto al trigo y la viña, el olivo es sin duda uno de los tres pilares fundamentales que producen la trilogía mediterránea de alimentación: Vino, Pan y Aceite. Los primeros escritos sobre aceite de oliva datan de 2500 año a. C. , o sea, hace 4.520 años más o menos, en unas tablas micénicas de la época del Rey Minos en Creta.
Pero más allá de su importancia histórica y en la cultura, el AOVE es un producto altamente aplicado en la cocina. El zumo de aceituna es la base de toda la cocina mediterránea. Su enorme cantidad de matices aromáticos, picor, amargor… Lo hacen de una gran versatilidad tanto en crudo como para cocinar.
El AOVE o aceite de oliva virgen extra, es un magnífico conservante natural, ideal para aliños, mayonesas y dar aroma y sabor a todos los platos
Los aceites de oliva vírgenes son grasas naturales estables y no producen toxicidad de ningún tipo, ni aplicando temperaturas elevadas. Además, contribuyen a la mejora sensorial y sobre las propiedades gastronómicas de los alimentos, potenciando los sabores y aportando textura y palatabilidad a todo tipo de elaboraciones.
Como podéis comprobar, el AOVE, ya sea sea líquido (su estado natural), sólido o en estado gaseoso (en emulsiones) es siempre una delicia, y nos sirve para multitud de usos culinarios más allá del desayuno y la ensalada. Os animamos a probar más recetas con Virgen Extra, la mejor de las grasas comestibles conocida.