La primavera llega siempre al olivar despertándolo del letargo de la estación fría. En esta estación en la que estamos inmersos y que comienza a finales de marzo, los olivos comienzan a mover la savia y crecen nuevas brotaciones que darán lugar tanto a la floración como a nuevos tallos de crecimiento vegetativo del olivo.
En caso de o haber llovido es recomendable comenzar a regar el olivo. Debido a que, para que el olivo sea capaz de crear nuevas brotaciones con buen vigor, requiere de humedad en el suelo suficiente para realizar los procesos alimentación mediante la savia de todas estas nuevas brotaciones. El estrés extremo en esta época causa graves mermas de crecimiento y potencial formación del ramo floral.
Tras aportar abono de fondo al suelo en final del invierno, conviene complementar esta tarea con alguna ayuda en forma de tratamiento foliar. Los tratamientos de nutrición irán encaminados a ayudar al olivo en la formación de inflorescencias fértiles y tallos vigorosos. Para ello normalmente en nuestro caso se usan abonos orgánicos a base de aminoácidos, microelementos como Zn, Mn, Boro y Fósforo.
Junto al abonado, si fuese necesario, se haría la combinación con Cobre como prevención de hongos en caso de una primavera húmeda y calurosa, cosa que por otro lado es poco común aquí.
En cambio, el "prays oleae" suele afectar más. En cultivo ecológico lo combatimos con una bacteria llamada “bacillus thurigensis” que ataca específicamente a esa plaga y además es completamente inocua para el ser humano sin dejar ningún tipo de residuo o traza en el olivo.
El olivar es una planta que desarrolla sobre todo raíces superficiales y, sobre todo si el riego es deficitario, se ha de evitar que la hierba crezca sin control. En años tan secos como este que estamos viviendo, la hierba apenas crece y por lo tanto es una labor que se pueda ahorrar.
Para que estas "mini aceitunas" cuajen, se precisa que las condiciones climatológicas acompañen. Lo ideal son temperaturas suaves y viento moderado para que el polen se mueva bien y llegue a polinizar las flores abiertas.
La estrategia del olivo en cuanto a la floración es muy rudimentaria y se basa en la producción masiva de flores y polen para que azarosamente se consigan fecundar. Normalmente con un 2% o 3% de cuajado de flores totales en una floración abundante es más que suficiente para que exista una buena cosecha.
Como agricultor se puede hacer poco en cuanto a esto. Más allá de haber efectuado un buen trabajo previo de fertilización, poda y riego, de manera que la cantidad de frutos sea la mayor posible. Siempre debemos tener en cuenta las limitaciones que cada variedad, zona y recursos disponibles tengan.
Esta etapa marcará el final de la primavera y el comienzo del verano. Aproximadamente a mitad de junio el fruto habrá crecido y adquirido un tamaño suficiente. A su vez, el hueso de dentro se habrá endurecido y entonces este fruto será viable para pasar el verano que vendrá después. Además, la mayoría de brotaciones vegetativas que darán lugar a las brotaciones de la primavera posterior ya se habrán desarrollado.
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