¿Y qué son los bancos de germoplasma? ¿Quién está a cargo de ellos?
Los bancos de germoplasma son un concepto interesantísimo. Se trata de conjuntos de especies vegetales en forma de bulbos y semillas (entre otros) cuyo objetivo es la conservación del material genético fuera de su ambiente natural conjuntamente a la información asociada y necesaria para su uso presente y futuro.
Por si os interesa saber más, podéis consular en la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación.
Respecto a quién está a cargo de estos bancos de germoplasma, la respuesta es el IFAPA (Instituto de Formación Agraria y Pesquera), dentro de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible. Dicha consejería creó un Libro Blanco con toda la información referente a la protección genética de diversas especies.
¿Y exige un banco de germoplasma específico para el olivo? Sí. Dadas los enormes beneficios sociales y productivos de este cultivo, y a la amplia variedad de especies que alberga, es todo un sector pionero en la creación de este tipo de bancos.
Dichos bancos están dentro de un programa internacional impulsado por el COI (Consejo Oleícola Internacional). Y en España contamos con dos. Uno ubicado en Córdoba y el otro en Jaén.
La colección es fundamental desde hace décadas en la preservación y mantenimiento del patrimonio del olivo, manteniendo vivas muchísimas variedades. De hecho, cuenta con más de 1.400 accesiones, recogidas de decenas de países, y de las cuales se encuentran más de un millar actualmente en el campo.
Por tanto, estos bancos son “cajas de seguridad” donde preservar especies vegetales ante imprevistos medioambientales catastróficos tales como las plagas, desastres naturales o enfermedades fuera de control. Y no solamente están incluidas las variedades productivas sino también poblaciones silvestres tales como el acebuche. Enriquecen el patrimonio y podrían servir como fuentes adicionales de variabilidad genética en un futuro.
Solamente en el centro jienense de Mengíbar se recogen en variedades silvestres del acebuche más de doscientas especies, siendo casi dos centenares procedentes de la propia geografía española.
Y es que desde hace más de 8000 años que existe la agricultura como forma de vida que posibilitaba el sedentarismo humano, donde se han ido seleccionando especies vegetales y agrícolas por parte de los agricultores, los primeros “investigadores genéticos”. Quedándose con los cultivos que mejor aguantaban las plagas y las desavenencias del clima. Era la única forma disponible de selección genética en la agricultura pero cuyo concepto fundamental es el mismo que el de la selección moderna, la cual, entre los avances y recursos modernos, incluye cajas de seguridad genética que hoy llamamos bancos de germoplasma.